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Noviembre 24, 2005

La historia del jabón


Mi propio, a quien le gusta la Historia más que a un tonto un caramelo, ha estado ilustrándome sobre el origen del jabón y su “evolución”, a través del tiempo.

Dice mi propio que un grupo de arqueólogos encontraron en Mesopotamia unas tabletas de arcilla, que fecharon el el 3er milenio a.C., donde estaba anotada una receta para su fabricación, a base de una mezcla de potasa y aceite. Los restos de este producto más antiguos encontrados, se fechan alrededor del año 2800 a.C., fabricados a base de una mezcla de grasas hervidas con cenizas. Más tarde, los fenicios, hacia el 600 a.C., utilizaban el jabón en los textiles de lana y algodón, y en la preparación para hacer los paños, y fueron precisamente ellos los que trajeron la técnica a Europa.

Mi propio, en su afán de proporcionarme los máximos conocimientos arqueológicos sobre el tema, ha averiguado que el tratamiento de la grasa con el álcali se ha practicado en el Oriente Medio por lo menos durante 5000 años; los antiguos israelitas mezclaban las cenizas con el aceite y conseguían un producto para lavarse el cabello. Y cuentan que los egipcios, muy escrupulosos ellos con la higiene, hacían algo semejante. Hasta han encontrado los restos de una fábrica de jabón entre las ruinas de Pompeya, y eso que los antiguos romanos no nos han dejado constancia de que lo emplearan para su aseo personal, ya que se embadurnaban el cuerpo de aceite.

Cuenta una leyenda romana (¡Que cosas sabe mi propio!) que el jabón surgió espontáneamente al unirse, arrastrados por la lluvia, los restos de las grasas procedentes del sacrificio de animales del monte Sapo, con las cenizas de las maderas de los fuegos ceremoniales, con un resultado y propiedades que supieron luego aprovechar.

Lo de su uso para higiene personal parece ser que fue cosa de Galeno, muy limpito él, pero su efecto curativo contra las enfermedades ya lo comentaba Plinio el Viejo, quién pilló la fórmula de los galos, que hacían sus pastillas de jabón con sebo de las cabras y la ceniza de la haya (potasa), y que lo utilizaban como un tinte ¿?, y ungüento para el pelo. Para endurecer la mezcla la agregaban sal.

Ya con los romanos se expandió su fabricación y uso. Marsella, Génova y Venecia se convirtieron en centro de su comercio. En Francia, la artesanía local, donde era más difícil obtener aceite de oliva, recurrieron a las grasas de animales, e incluso de pescado. Eran de mala calidad, pero cumplían su cometido.

Y así, dice mi propio, que paso a paso, se fue experimentando añadiendo otros productos, con otras grasas, con otros aceites e incorporando colorantes, perfumes, etc, hasta llegar a hoy. ¿Interesante verdad?. Y es que, a veces, mi propio me asusta.

Noviembre 20, 2005

Jabón artesano

Últimamente están proliferando por todas las ciudades unas tiendas dedicadas exclusivamente a la venta de Jabón. Los hay de todas clases y formas. De nata, de chocolate, de fresa ….., de lo que puedas imaginar y que contrasta con la oferta que te presentan las tiendas normales, Hiper y Supermercados.

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Es que el jabón artesano tiene su atractivo. Seguramente vuestras abuelas ya lo hacían (eso sí, por necesidad) aprovechando las grasas sobrantes y aceites usados, y con una santa paciencia, pasaban horas y horas dando vueltas al recipiente de mezcla, para después ¡oh milagro!, ¡Hemos hecho jabón!

Y es que la fabricación casera (Ahora pomposamente llamada artesana), es tan vieja como el tiempo. Se cuenta que ya los fenicios, griegos y sus herederos los romanos lo obtenían hirviendo sebo de cabra con una pasta formada por cenizas de fuego de leña, y agua.

En este jabón “artesanal” (me gusta más decir casero) varían la cantidad de ingredientes según la región, zona, pueblo o casa en que se fabricaba. Básicamente todos llevan, o grasa animal (modernamente aceite usado) sosa cáustica y agua. Se le pueden añadir blanqueantes, para que la pastilla resultante quede de ese color; alcohol, para hacerle transparente; colorantes y perfumes.

Yo te voy a contar la receta que hacía mi abuela y que todavía yo me entretengo en hacer, y con unos resultados sorprendentes. Toma nota:

6 litros de aceite usado (Si es de oliva, el jabón resultante se denomina Jabón de Castilla).
6 Litros de agua
1 kg, de sosa cáustica.

Todo ello se mezcla en un caldero y se da vueltas con un palo,preferible que sea cuadrado.Mi propio me ha modernizado el trabajo. Ha acoplado un batidor a una taladradora eléctrica con el resultado de más comodidad, más velocidad y un ahorro considerable de tiempo. Así, y todo, bien te puede llevar una hora hasta que se forme una pasta (de la manera tradicional, con palo, seguramente el doble). Hacia la mitad del batido echa unos doscientos gramos de harina (le dará consistencia y blanqueará) y añade, si te interesa, unas gotas de perfume.

Una vez obtenida una pasta la viertes en un molde de madera, donde se endurecerá al mismo tiempo que irá perdiendo el poco líquido que tenga. Dos o tres días después ya la puedes cortar con un cuchillo para formar los “canteros” de jabón. Tardará unas cuatro semanas en perder la causticidad. ... y misión concluida!.

Te sorprenderá la calidad del jabón obtenido. Yo lo uso para pasar, antes de introducir en la lavadora , los cuellos y puños de las camisas de mi propio; o para aquellas manchas difíciles (de acietes, chocolates, etc.) que muchas veces nos atacan. Resultado: sorprendente!.

Puedes usarlo para todo: ropa, pelo, suelos y …. manos. ¡Si!, resulta suave para la piel, ya que en el proceso se obtiene, como subproducto de la reacción, glicerina.

Anímate y haz la prueba. Luego me cuentas el resultado.

De visita a Madrid

Como he sido buena, mi propio me ha llevado a Madrid. A servidora Madrid la encanta, pero hacía varios años que no iba.

Los madrileños y las personas que viven en Madrid me dan la sensación de estar muy acostumbrados a ver las cosas y personas más variopintas sin inmutarse. Servidora opina que es la ciudad española que acoge más raros por metro cuadrado, pero a su aire, sin meterse con nadie. A una persona como yoimgp3480.jpg
que nació y vivió en un pueblo pequeño y después en una ciudad no muy grande le produce una enorme sensación de libertad. Opino que es algo de lo que pueden ufanarse los madrileños.

Por otra parte, pienso que algo malo tienen que haber hecho últimamente los madrileños para merecerse, en tromba, la cantidad de obras públicas, todas juntitas que les ha llovido del cielo. Al entrar en la ciudad piensas si habrá sucedido algo terrible de lo que tú no te has enterado, Me pareció que incluso están modificando el curso del río. Esperemos que sea para bien.

Siempre que visito la ciudad hay dos clásicos a los que dedico la mayor parte de mí tiempo: El Jardín Botánico y el Museo Geológico y Minero.

Posiblemente por haber nacido en un pueblo y vivido por tanto en el campo, el mismo siempre me pareció que era un sitio al que se iba a trabajar o a comer la tortilla mientras las moscas y los mosquitos te comían a ti y todo lo relacionado con él me resultaba poco agradable.

Al Botánico llegué como consecuencia de haber leído el Malleus maleficarum, (El martillo de las brujas, para golpear
a las brujas y sus herejías con poderosa maza) con la idea de ver alguna de las plantas que utilizaban las brujas DSC01546.JPG
para sus ungüentos. Fue un amor a primera vista . Desde aquel día siempre que paso por Madrid el Botánico es visita obligada, y mi relación con la naturaleza ha cambiado completamente. Ahora dar grandes paseos por el campo para conocer la flora se ha convertido en algo habitual. Me encanta conocer la mayor cantidad posible de plantas y sus propiedades medicinales, aunque nunca se me ocurriría utilizarlas como medicamentos. Las carga el diablo.

Cuando visito el Geo-Minero suelo hacerlo en visitas cortas, hay tantas maravillas que me cuesta mantener la DSC01525.JPG
atención en algo, voy de un sitio a otro queriendo verlo todo a la vez. Algunos fósiles si los hubiera visto en otro lugar hubiera pensado que eran sintéticos de perfectos que son. Es un museo que me impresiona tanto el contenido como el continente.

Me ha llamado muchísimo la atención las tiendas dedicadas a la venta de jabones, tienen un aspecto tan bonito y unas formas tan variadas que más que para lavarte parecen para comer. También estuve en una tienda sólo de chocolates ¡que difícil es elegir cuando hay tantos¡ siempre piensas que a lo mejor el más bueno es el que estaba al lado.

Me dio tiempo para tomar el estupendo vermú de grifo, acompañado de cosas ricas y de comer en un restaurante DSC01496.JPG
muy moderno, de esos que parecen orientales, servidos por camareros/as de diversas nacionalidades y degustando unos exquisitos platos muy diferentes a los habituales, todo muy cosmopolita.

Mi propio me ha prometido que si soy buena y me porto bien me volverá a llevar otro día. Servidora muy agradecida.

Noviembre 10, 2005

Viajar con RENFE

Desde hace aproximadamente diez años, todos los viernes, me traslado desde Valladolid al norte de Palencia a pasar el fin de semana. El viaje lo realizo en un regional, antes chispa, y durante estos años nos han pasado casi las mismas aventuras que viajando por el antiguo oeste

El susodicho regional tiene una suciedad increíble, la sensación que tienes es que no se ha limpiado nunca, tengo mis dudas que en los países llamados tercermundistas los trenes estén tan sucios. Lo que si parece es que están desinfectados, al menos eso reza en varios carteles a lo largo del tren.

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A finales de primavera, que por estas tierras ya suele calentar sin medida, llegas a la estación y al tren le está cayendo un sol de justicia que te asusta, pero cuando entras en el vagón piensas que acabas de llegar al infierno. Los viajeros, en cuanto se pone en marcha el tren, bajamos las ventanillas, por ver si refresca un poco, y lo único que conseguimos es que circule un aire condicionado tan caliente que parece el viento del desierto.

En invierno hay días en que la calefacción, en algunos vagones, no funciona. Si nieva es muy probable que la circulación en toda la línea Madrid-Santander quede suspendida durante tres días. No llames a información, porque no tienen ni idea.

Otras veces se producen considerables retrasos, que por radio macuto te enteras que son debidos a la aguja de Sopeña, que nunca sabemos que la pasa, o a la catenaria de Reinosa, que tampoco.

Si decides hacer el viaje en un tren llamado Lince, que cubre la línea Madrid-Santander, dicho tren permanece parado en Palencia cincuenta minutos, sin ninguna razón aparente. Si preguntas en atención al viajero, te recomiendan que utilices el TALGO, que no sólo representa un problema económico, es que además casi no hay paradas intermedias.

En los meses de julio y agosto, retrasos y otros inconvenientes aparte, es cuando mejor se viaja, pues los trenes de cercanías que no se utilizan en Madrid los ponen en esta línea y que a pesar de tener unos asientos muy duros para un viaje tan largo, lo compensa la limpieza y el aire acondicionado.

Pero cuando viajar con RENFE es algo humillante, es cuando en la festividad de todos los Santos hay un puente

Cuando se da esa circunstancia, el primer día y el último se mueve más gente que los primeros días de agosto. Todos los estudiantes vuelven a sus casas y la mayoría de los ciudadanos que dejaron sus pueblos, esos días vuelven a sus lugares de origen para visitar los cementerios.

Hay unos trenes que tienen dos vagones y otros tres, cualquiera que toque sale de Valladolid a rebosar y en Palencia, donde se incorporan los viajeros que llegan de León estamos tan apretados, que si se cae una moneda no llega al suelo. Pero este año no. Servidora, después de estar en una cola interminable para coger billete (sólo había una ventanilla abierta), al llegar al andén está a punto de darme un yuyo. Hay un regional exprés con tres vagones grandes. Parece ser que ha tenido algunos problemas con la pintura exterior que no han tenido tiempo de reparar, pero teniendo en cuenta que no lo vas a ver, no tiene importancia.

Al entrar en el vagón me quedo asombrada, es espacioso, con mucha luz, cada vagón lleva un pequeño espacio para maletas y ESTA LIMPÍSIMO.

Arranca el tren y la sensación es de que va más despacio de lo que debería, pero no lo damos importancia, puede ser una sensación. A medida que avanzamos se comprueba que el tren va despacio, vamos cogiendo retraso. Preguntamos al revisor y nos dice muy amablemente que se ha averiado un motor de los dos que tiene. Después nos enteramos que el tren estaba en los talleres para un arreglo estético y técnico, pero como no había más trenes disponibles han tenido que poner el que había que era ese. El tren llegó a Santander con más de una hora de retraso.

Hacer cualquier pregunta al servicio de atención al viajero, es la mejor forma de perder el tiempo. Tu les cuentas los percances del viaje y ellos te contestan con la mayor de las amabilidades diciéndote…….manzanas traigo.

Lo único que ha mejorado considerablemente es la amabilidad de los revisores. Años atrás eran muy desagradables en general. Hoy es muy raro encontrar alguno que no sea amable.